Mitos sobre los osos

Mitos sobre los osos

Los osos han sido fuente de fascinación para los humanos por milenios. Es uno de los mamíferos más versátiles y adaptables del mundo y su naturaleza nos provoca miedo, asombro, admiración y curiosidad. Sin embargo, persisten ciertos mitos sobre el comportamiento de los osos que influyen negativamente en nuestra relación con ellos.

Las historias de osos sanguinarios que atacan ferozmente a los excursionistas indefensos logran grandes titulares en la prensa. La abrumadora impresión que transmiten estas historias es que los osos son criaturas peligrosas y malvadas, y que constituyen una amenaza para la gente en cualquier situación. Esta idea es, en el mejor de los casos, inexacta, y en el peor alarmista.

Otro mito bastante extendido es que los osos son animales adorables muy parecidos a los ositos de peluche que tuvimos de pequeños. No hay dudas de que los osos atraen la imaginación de los niños, pero es importante que las historias que contamos a nuestros hijos estén basadas en la verdad y no en la fantasía.

Los osos son animales salvajes, inteligentes y hábiles, que merecen nuestro respeto. Es fundamental obtener un mayor conocimiento acerca del comportamiento, las necesidades y los ecosistemas de los osos si queremos convivir pacíficamente con estos increíbles animales.

Mito 1: Los osos son impredecibles

La realidad: Los osos utilizan su lenguaje corporal y vocalizan para mostrar sus intenciones. Reconocer estas señales y otros comportamientos puede ser beneficioso para aquellas personas que viven o están de visita en territorio de osos.

Oso corriendo

Mito 2: Los osos no pueden correr colina abajo

La realidad: Los osos corren a más de 60 kilómetros por hora y pueden hacerlo colina abajo, colina arriba o por una pendiente. Para dejarlo claro: pueden avanzar a 15 metros por segundo, el doble de velocidad que nosotros. De hecho, un oso podría ganarle a un caballo de carreras en distancias cortas pero tiene poca resistencia.

Mito 3: Un oso erguido sobre sus patas traseras está a punto de atacar

La realidad: Cuando un oso se levanta en dos patas está tratando de identificar mejor algo que le ha llamado la atención. Como es de esperar, desde esta posición puede ver, oír y olfatear con mayor eficacia que en cuatro patas.

Mito 4: Una vez que el oso ha probado comida humana, ya no le gustará la comida silvestre

La realidad: Los osos prefieren la comida natural y silvestre, a menos que sea difícil de encontrar mientras la comida humana sea fácil de obtener. Incluso los osos más condicionados a la comida humana elegirán la natural si es abundante. El conflicto aparece cuando hay escasez de alimentos en estado natural. Ese es un buen momento para identificar en nuestra propiedad cualquier cosa que sea atractiva para los osos, como la comida para pájaros, el pienso para mascotas, arbustos y árboles frutales, la grasa de la barbacoa y el abono orgánico.

Mito 5: Las campanas para osos son el mejor método para evitar un encuentro sorpresivo

La realidad: Es mejor alertar a los osos de nuestra presencia hablando alto, cantando o quebrando ramas. Practica el senderismo en grupos, por rutas establecidas y durante el día.

Oso deambulando por lugares habitados

Mito 6: Si un oso te persigue, trepa a un árbol

La realidad: Aunque son temerosos en tierra, los osos negros parecen cobrar valor en los árboles. En ocasiones, un oso mata a otro lanzándolo de un árbol. El oso de abajo tiene la ventaja porque el oso superior no puede sujetarse y a la vez luchar mirando hacia abajo. Los osos se muestran seguros de estas ventajas y, aunque parezca  prudente subirse a un árbol, algunos han trepado detrás de las personas. Los osos pardos también pueden trepar, tal vez no con tanta agilidad, pero se han dado casos de ataques a personas que trataron escapar subiendo a un árbol.

Mito 7: Los osos son carnívoros

La realidad: Aunque han sido clasificados en el orden Carnívora, los osos pardos y los negros son omnívoros porque se alimentan tanto de plantas como de animales. Solo un pequeño porciento de su dieta se compone de carne, que incluye pescado, insectos y otros mamíferos. Este porciento depende del tipo de comida al que tienen acceso en su hábitat.

Mito 8: Los osos ven mal

La realidad: Los osos ven los colores y tienen una vista similar a la de los humanos. Su visión nocturna es excelente y son particularmente buenos detectando movimiento. Al igual que muchos animales, los osos tienen una capa protectora llamada tapetum lucidum debajo de la retina, que refleja la luz a través de esta como un espejo y le permite estimular en ella celdas fotosensibles, con lo que aumenta la visión de noche. Es una característica que también comparten perros, gatos y otras muchas especies nocturnas que muestran ese peculiar brillo verde en los ojos cuando son alcanzados por una luz en la noche.

Mito 9: Los osos que deambulan por lugares habitados, tales como campamentos, pueblos rurales o comunidades de cabañas, son peligrosos

La realidad: Es prácticamente imposible para los osos hacer sus recorridos diarios sin pasar por la propiedad de alguien. Los osos pueden viajar cientos de kilómetros buscando comida. Si hemos guardado nuestra comida y basura adecuadamente, el oso pasará de largo. Los osos problemáticos no nacen como tal, sino que son creados por la mala administración de la comida y la basura humanas. Generalmente, algo atrae a los osos hacia los espacios habitados, y eliminar esa atracción resuelve el problema.

Mito 10: Disparar o trasladar a un oso problemático resolverá el problema

La realidad: Quitar de en medio al oso y no a la causa de la atracción solo creará una oportunidad para que otro oso aparezca y se cree así un ciclo vicioso de conflicto y muerte.

Espray de pimienta para osos

Mito 11: Llevar un rifle es más seguro que un espray de pimienta para osos

La realidad: La probabilidad de sufrir heridas serias aumenta al doble si durante el ataque de un oso pardo se disparan balas en vez de usar el espray.  Los que usaron el espray de pimienta mientras se defendían experimentaron ataques más cortos y heridas más leves que aquellos que usaron armas de fuego, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos. De hecho, los osos se sienten atraídos por el residuo del espray de pimienta si este se esparce en el suelo o en objetos. Nunca se rocíe usted mismo o su tienda. Si lo usa para defenderse, el espray debe apuntar directamente a los ojos y al hocico del oso agresor.

Mito 12: Es muy peligroso interponerse entre una osa negra y sus cachorros.

La realidad: Como las osas negras pueden esconder a sus cachorros en un árbol, es raro que ataquen a una persona para defenderlos. Sin embargo, si nos acercamos a los cachorros de una osa parda, sí que puede considerarnos una amenaza. Es probable que solo pretenda atacarnos y pare antes de hacer contacto físico, pero es necesario convencerla de que no somos un peligro, de otra forma las consecuencias podrían ser trágicas. Lo mejor es quedarse callado, tratar de parecer más pequeño y retroceder.

Mito 13: Los viajeros en territorio de osos a menudo son atacados

La realidad: Los ataques de osos son extremadamente raros. Aunque ocurren miles de encuentros entre humanos y osos cada año, solo unos pocos terminan en lesiones físicas. La mayoría de los osos simplemente evitarán el contacto incluso antes de que los notemos. Aún así, es importante saber qué hacer y mantenerse alerta.

Mito 14: Es peligroso aventurarse en territorio de osos cuando se está menstruando

La realidad: La evidencia actual sugiere que la menstruación no aumenta la probabilidad de un ataque, ya sea de osos negros o pardos. Sin embargo, se recomienda usar tampones en vez de almohadillas. Para eliminarlos se queman y luego se guardan los restos con la demás basura.

Mito 15: Hacerse el muerto durante un ataque

La realidad: Hacerse el muerto funciona si el atacante es una osa parda que defiende a sus cachorros. Pero es la respuesta equivocada si el que ataca es un oso depredador. Si un oso ataca ––en especial un oso negro–– de forma agresiva y hace contacto físico, lucha por tu vida. Patea y golpea al oso con los puños, con rocas, ramas o cualquier arma improvisada que puedas hallar. Un oso depredador usualmente acecha a su presa y ataca por la espalda. Lo hace en silencio y no muestra comportamientos defensivos como resoplar o patear el suelo. Puede tener las orejas hacia atrás y la cabeza gacha, con la mirada fija en 

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