Reproducción de los osos

Reproducción de los osos

Los osos se encuentran entre los mamíferos menos reproductivos de América del Norte. En teoría, supongamos que un macho y una hembra de oso negro nacen en una fecha determinada, a partir de entonces (si se reproducen tan pronto como alcancen la madurez sexual y suponiendo que todas su crías sobrevivan para volver a reproducirse) podrán, en un espacio de diez años, haber aumentado su población a 15 ejemplares (asumiendo que ninguno de ellos murió).

En el caso de los osos pardos, estos son aún menos reproductivos: en 10 años, una pareja de esta especie solo podrá aumentar su número a ocho ejemplares. En comparación y para hacernos una idea, un par de ciervos de cola blanca podría producir más de 1400 descendientes en el mismo plazo de tiempo.

Vida solitaria de los osos

Generalmente, los osos viven un estilo de vida solitario, pero pueden ser vistos en grupo durante la temporada de apareamiento. La edad promedio para que un oso negro pueda reproducir se sitúa a los 3.5 años de edad, y para los osos pardos es de unos 4.5 años. Los machos alcanzan la madurez sexual aproximadamente a la misma edad que su contraparte femenina.

Aunque estos osos jóvenes podrán ser capaces de tener descendencia a los tres o cuatro años de edad, rara vez logran tener esta oportunidad debido a la intensa competencia de otros machos de mayor edad y tamaño. Los osos más grandes dentro de un grupo suelen ser los reproductores más prolíficos. En este sentido, los machos no son los únicos que presentan un comportamiento promiscuo, puesto que las hembras pueden aparearse con más de un compañero.

Temporada de reproducción

La época de reproducción comienza durante el mes de mayo y dura hasta principios de julio, siendo el mes de junio el más habitual para los apareamientos. La implantación de los óvulos fertilizados (llamados blastocitos) se retrasa hasta el comienzo del otoño. Si la hembra no acumuló suficiente peso corporal o grasa durante el verano y parte del otoño, los embriones no se adhieren a la pared del útero, perdiendo la posibilidad de quedar embarazada.

Por otra parte, los cachorros nacen a inicios de los meses de enero y febrero. El número de la camada oscila entre uno y seis, en dependencia de la especie y las condiciones del hábitat circundante. Los cachorros logran pesar una décima parte de los que pesa un bebé humano, y generalmente nacen ciegos. Una vez que han salido del útero buscarán su camino hacia los pezones de la madre, donde se alimentarán de leche y crecerán hasta la primavera.

Crías de osos

A su vez, las madres tienden a ser cariñosas, protectoras, dedicadas, estrictas, sensibles y atentas con sus cachorros, criándolos hasta la edad en que puedan sobrevivir por su cuenta. En dependencia de la disponibilidad de los alimentos, las madres (sobre todo en los ejemplares pardos) podrán mantenerse junto a sus pequeños durante un segundo (incluso un tercer) año.

Para muchas personas resulta un espectáculo doloroso y desgarrador el ver a la madre separarse de sus pequeños cachorros. Estos mostrarán una actitud de angustia y miedo, mientras que las madres rechazarán tenazmente cualquier intención por parte de ellos de retornar.

Solos y vulnerables, los hermanos permanecerán juntos generalmente durante algún tiempo tras la partida, llegando a dormir, comer y convivir juntos. Generalmente, los machos viajarán grandes distancias para establecer un nuevo territorio, mientras que las hembras tienden a ocupar un nuevo dominio dentro, o colindante al de su madre.

Apareamiento de los osos

Dos ejemplares del sexo opuesto podrán pasar varios días de cortejo antes de aparearse completamente. Inicialmente, un macho rastrea a su pareja potencial desde la distancia, oliendo su madriguera y su orina con la intención de analizar qué tan receptiva es. Al comienzo, la hembra asumirá una actitud huidiza, pero con el tiempo permitirá que el macho se acerque cada vez más.

Si siente miedo (los machos son grandes y potencialmente peligrosos), podrá cargar contra él o evadirlo con sus patas, especialmente si se trata de su primera vez. Los machos no acostumbran a tomar represalias por esta actitud, sino que se toman su tiempo. Cuando el contacto se establece finalmente, los osos se empujan y muerden la cabeza y el cuello, e incluso pueden luchar entre ellos.

Osos en celo

Aunque la hembra se encuentre en celo durante un número de semanas dado, ella solo permitirá que un macho la monte cuando se encuentre más receptiva, esto es durante el período de tres a cinco días en el centro de su estro o época de celo. En la etapa de apareamiento, los machos y las hembras se vuelven casi inseparables, apareándose en repetidas ocasiones durante los días siguientes.

El acto en sí se repite muchas veces, y aunque la consumación apenas dura unos pocos segundos, la pareja permanece junta (en ocasiones separándose para forcejear o morderse) hasta el próximo encuentro. La cópula normalmente toma de 20 a 30 minutos, aunque puede durar hasta una hora o más.

Las hembras en estro son perseguidas con frecuencia por más de un ejemplar macho. Si otro rival llega durante el ritual de cortejo, los machos podrán desafiarse unos a otros por el dominio o luchar en algunas situaciones.

Cortejo de los osos

Durante la primavera, cuando los machos itinerantes comienzan a cortejar a las hembras en edad reproductiva, las madres se ven obligadas a romper la unidad de la familia, en aras de proteger a sus crías de infanticidio. El infanticidio entre los osos es natural pero con muy raras ocurrencias. Algunos osos que encuentran a las hembras con cachorros podrán asesinar a estos con tal de iniciar el período de celo de la hembra y copularla.

En los ejemplares pardos, las madres son muy protectoras de sus crías y lucharán ferozmente contra cualquier extraño. Generalmente en los osos, la responsabilidad de los machos termina con la cópula, puesto que no participan en la crianza de sus hijos.

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